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La odisea de retirar compras del exterior en la Aduana: largas filas y mucha burocracia




27/05/2016 |
En la sede del Correo Argentino en Retiro se acumulan las quejas para retirar los paquetes, mientras el sistema puerta a puerta sigue sin habilitarse; cómo es el trámite

La espera no termina nunca. Pese a los anuncios de comienzos de marzo, que planteaban el reanudamiento del comercio 'puerta a puerta', la sede del Correo Argentino en Retiro continúa recibiendo, día tras día, largas y extenuantes colas de personas que no pueden evitar esa gestión para retirar una compra o un envío de un familiar o amigo del exterior.

Entre las 9 y las 16, el playón de ingreso al edificio de Antártida Argentina 1900 muestra, como una postal, una fila que parece no moverse nunca, mientras en la vereda un vendedor de sandwiches (entre $ 25 y $ 27) y gaseosas ($ 20) está listo desde temprano para capitalizar esa clientela cautiva. El trámite, una vez dentro del edificio, presenta tres instancias y pone a prueba la paciencia de quien pretende hacerse con el paquete.

"Es un desastre", dice Pablo, un hombre de 60 años que ya realizó la gestión personalmente en otras ocasiones, sin dejar espacio para dudas. Carpeta en mano, donde conserva todos los documentos necesarios, aguarda sentado en una de las 20 butacas de la improvisada sala de espera su turno para ingresar al sector de la Aduana.

La demora total para quienes logran completar el trámite, siempre que hayan llevado todos los papeles (aviso del Correo, VEP pago, Formulario 4550/100 de AFIP completo), varía mucho de acuerdo al día y a la cantidad de gente, pero se puede llegar a prolongar hasta cinco horas.

Quienes ya pasaron por esta experiencia anteriormente, cuentan que ahora la gestión es un poco más ágil y rápida que hace algunos meses cuando las filas se extendían por más de seis horas. Los debutantes, en cambio, no ocultan su fastidio por la espera y la gestión burocrática de un trámite kafkiano en muchas dimensiones.

La larga espera

Todo se realiza en el mismo ambiente. La primera parada es la fila hasta sellar el comprobante del Correo. Dos funcionarios de la institución reciben a los visitantes, detrás de un pequeño mostrador naranja.

Con esa autorización en mano, hay que hacer una segunda cola para pagar la tasa de almacenamiento y estadía en el Correo, que es de $ 50 por cuatro días y $ 10 más por cada jornada adicional.

Muchos de los presentes se quejan por este costo, que no sería necesario de concretarse el anunciado puerta a puerta. "Compré dos cosas. Un paquete me llegó, y por el otro recibí el anuncio del Correo. Gasté 10 dólares en la compra, y acá me dicen que tengo que pagar 120 pesos para retirarlo. No vale la pena el tiempo. Lo dejé ahí y me fui", cuenta Marina al salir del edificio, a pocos minutos de su llegada.

Otros, mientras tanto, piden alternativas para agilizar la gestión. "El pago se podría informatizar como ya se hace con los impuestos de la AFIP, para que se pueda pagar directamente en un cajero o por Internet y así hacer más corto el trámite", reclama Pablo, contador.

Una vez efectuado el pago, resta aguardar a que el número de operación recibido aparezca en las dos pantallas, la instancia más engorrosa de toda la gestión.

"Ya vine cuatro o cinco veces. Lo que más te lleva es esperar a que te llamen", cuenta Sebastián. De pie, lee un libro sobre las funcionalidades del Excel para aprovechar el tiempo muerto.

A los pocos metros, Silvana también espera con la autobiografía de Nelson Mandela en su mano, aunque interrumpió la lectura para no perder de vista el llamado de los números. "Vine a las 9 y completé la primera parte del trámite en 1 hora 40 minutos. Hace no mucho vine otra vez por un colgante que había comprado, pero me cansé y me fui. Vale más mi tiempo que ese colgante", se queja, y cuenta que ahora vino a retirar una lámina. "Te lleva mucho tiempo, y es el horario de trabajo. Por suerte, mi jefe vino la semana pasada y sabe que se tarda bastante", recuerda.

Junto a ella, Stella Maris aguarda de pie con el carrito de su beba, de apenas unos meses. Al llegar, logró que le agilizaran la primera parte del trámite y evitó las largas filas, pero no encontró ejecutivo que atendiera su pedido para dinamizar el final del proceso.

Mientras tanto, algunos caminan, varios se apoyan contra las paredes y los más afortunados esperan algo más cómodos en alguna de las butacas disponibles en la sala. Según cuentan quienes ya pasaron varias veces por el lugar, ahora hay menos sillas que hace algunos meses: fueron retiradas para conseguir mayor espacio para las filas.

En el edificio, la información no abunda. Son escasos los carteles o las guías que indiquen el paso a paso. Muchos usuarios llegan tras leer foros o sitios web que detallan qué es necesario y cómo proceder. Los más astutos llegan acompañados, para hacer las filas simultáneamente y reducir así el tiempo de espera.

Para los que no conocen, el recurso es preguntar a los responsables de seguridad, que reciben a los visitantes en la puerta de ingreso y asesoran (o no) según su humor. La falta de documentación es el principal escollo para el trámite. La mayoría se acerca con el aviso del Correo y con el comprobante del pago de los impuestos de la AFIP (se pueden abonar en los bancos Comafi, Supervielle y por Internet) pero muchos olvidan la versión impresa del formulario 4550/100.

En ese sentido, otro foco de críticas es la falta de asesoramiento para llenar esa declaración jurada, gestión que se realiza a través de Internet. "Falta mucha información. Llegás hasta el formulario sin problemas, pero después es muy complicado para completarlo", dice Sebastián. "Yo me doy maña con la computadora, pero me costó, así que imagino que para la gente grande debe ser un problema muy grande", agrega Pablo, quien vino a retirar un paquete de ropa de su mujer.

La espera termina cuando, como en un sorteo de lotería, el el número de operación aparece en la pantalla. En ese momento, el cliente puede ingresar al sector de Aduana donde se verifica la documentación, se cotejan las declaraciones ante la AFIP y, de no haber faltantes o inconvenientes, se retira el paquete.

"En la Aduana nos trataron muy bien, pero en el Correo. Nadie te orienta ni te da información. No es claro para dónde ir", se queja Marcelo, quien estuvo más de tres horas junto a su mujer para retirar un envío que despacharon en Roma. "No vengo más", completa enojado, mientras le deja unos billetes al trapito que, 'a voluntad', vigiló su auto estacionado en la calle.

La historia sin resolver

En 2014, una resolución de la AFIP estableció un máximo de US$ 50 para dos compras en el exterior por año a los usuarios, y dispuso a su vez que quienes habían comprado por vía electrónica debían retirar su paquete en la sede portuaria de la Aduana, luego de realizar la declaración jurada y pagar las tasas e impuestos correspondientes, en un intento por desalentar este tipo de operaciones y frenar la salida de divisas.

Pese a las críticas y quejas de los usuarios por lo burocrático del proceso y las demoras en la gestión, la necesidad de realizar el trámite se mantiene y si bien a comienzos de marzo Alberto Abad, titular de la AFIP, anunció el regreso del 'puerta a puerta', su implementación aún no se concretó.

"Está muy cerca. Venimos de un sistema que era más complejo de lo que podíamos suponer en un principio y todavía no se puede confirmar nada", informaron fuentes del organismo recaudador. Según adelantaron, el plan es retomar el 'puerta a puerta' y habilitar la alternativa de retirar cada envío personalmente en el correo con un costo variable "dependiendo de cada opción".

Fuente: La Nación



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